Críticos ante la “ineficacia anarquista”, y con mirada desdeñosa, los marxistas con ganas de conseguir cosas y avanzar, optan por métodos de leninistas, tan en boga en sus minúsculos grupúsculos. Dado que sus ideas circulan solapadamente gracias a la influencia que les ha dado la destrucción de la URSS (la destruyeron sus partidarios por dar la nota), hay que comentar cómo se organizan, una vez más, para evitar futuras destrucciones.
La base filosófica de los leninistas, es un tal Lenin. Lenin decía, como es natural, que la misión de los militantes comunistas es introducir los gloriosos conceptos socialistas en los obtusos cerebros obreros (1).
Para conducir la revolución (dicen los leninistas), hace falta un partido. El partido es piramidal. Arriba, los cerebros más científicos en sus comités (natural). Abajo, en las células, los militantes en contacto con las masas. Cada célula ocupa su puesto, se mete en la lucha de las masas, recoge información y la manda a la cúspide del partido. Allí los grandes cerebros analizan el “qué pasa” con el libro de Marx, de Lenin y de Stalin, y mandan las consignas p’abajo, tras haber dado con la receta del “qué hacer”. Este proceder garantiza (en teoría) la acción coordinada y eficaz de los militantes, y la mejor capacidad de mando y poder de los dirigentes. A este disparate lo llaman ·Centralismo Democrático" (2).
Con este procedimiento de actuación, en primer lugar, las células quedan aisladas, y carecen de información de lo que ocurre en el partido. Cuando la policía detiene e interroga a los militantes, estos se dan cuenta de que la policía sabe más del partido que cualquiera de ellos por separado. Para colmo, al no saber nadie qué hacen los demás (están separados en células inconexas, solo se supone que hacen “lo correcto”), todo el mundo termina desconfiando de todo el mundo.
El segundo problema, deriva del hecho de que los cerebros científicos del partido, suelen ser una banda de mediocres soplapelotas, unos capullos que entienden de “la realidad” menos de lo que puede entender la Vicenta, que es la vidente de mi barrio. No pueden entender la realidad, ya que viven ajenos a ella en lo alto la pirámide.
La conclusión es que el partido se convierte entonces en un nido de chupópteros, donde los militantes son movidos como fichas de parchís por incompetentes que llegaron al comité pegando puñalás en los congresos. Y luego, en cuanto pueden, se pasan al PSOE. Solo gente mu masoca, aguanta ahí dentro toda la vida. Los que son medio normales, entran, miran y salen espantados de inmediato. En el año 1900, lo mismo la fórmula de “obedece y tendrás el paraíso” podía funcionar ya que Lenin decía que funcionaría. Pero a estas alturas del milenio, no, ya se ha visto que no.
Por el círculo sin centro, viva el comunismo circular. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
NOTAS.
En “Qué hacer”, Lenin cita la siguiente cita que es fácilmente encontrable gracias a los trotskistas de marxists.org, ya que, como todo el mundo sabe, los trotskistas son marxistas leninistas.
(1) ...El socialismo y la lucha de clases surgen juntos, aunque de premisas diferentes; no se derivan el uno de la otra. La conciencia socialista moderna sólo puede surgir de profundos conocimientos científicos […]. Pero el portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa: es del cerebro de algunos miembros de ese sector de donde ha salido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han trasmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clases allí donde las condiciones lo permiten. De modo que la conciencia es algo introducido desde afuera en la lucha de clases del proletariado y no algo que ha surgido espontáneamente dentro de ella. De acuerdo con esto […] es tarea de la social-democracia introducir en el proletariado la conciencia […] de su situación y de su misión. Lenin. “Qué Hacer”.
(2) Ver artículo sobre el centralismo ese en http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11953 [1]
PD: un minuto de silencio por el Estado de Alarma, mediante el que la cleptocracia española celebra la muerte Constitucional del Reino, momento necesario de cualquier Estado de Derecho (derecho del Estado a hacer lo que le dé la real gana).