He recibido una carta inquietante de una señorita que se está preparando oposiciones de primaria. Me dice que tiene mucha vocación, que la enseñanza le gusta, y que su afán es trasmitir valores, ilusiones y conocimientos a los niños. Pregunta, un tanto angustiada, que cómo se tiene que enfrentar a las clases, ya que se escucha cada cosa al respecto de los niños, como que son unos malvados que se burlan de sus maestras, las agraden, las amenazan con las peores cosas…
Lo primero que tengo que decirte, es que si tienes vocación, si te gusta realmente la enseñanza, no trabajes en ella si quieres lo que más te conviene. Trabaja de cualquier otra cosa para la que no tengas vocación, como buzo por ejemplo. El trabajo suele ser una cosa maldita, y el camino más rápido para hacer poco atractiva una actividad, cualquiera, es trabajar en ella, más si es al servicio del Estado, de los curas o de los empresarios laicos. El trabajo es algo que hay que sufrir, tiene que ser desagradable, e intentar hacerlo agradable por un salario, es un error que pagarás odiando aquello que te gusta. Piensa en la jerarquía existente, en los consejos escolares, en el claustro, en las peleas mezquinas entre compañeros que se hacen la vida imposible, en los cursillos para sexenios…, y comprenderás un poco el asuntillo de porqué se dan tantas bajas por depresión y dolores musculares en el magisterio. Además, jamás los profesores trasmiten valor alguno; solo trasmiten sumisión.
Pero es que además el oficio de maestro, tan querido por los libertarios, tiene un componente infame. Cuando entres en la administración, te verás obligada a llevar a cabo el programa. Sí, podrás hacer lo que quieras en teoría, pero al final harás lo que ellos quieren: cribar a los alumnos para decir quién pasa al curso siguiente, de cara a seleccionar al individuo que se somete a ese infierno de exámenes. De esa manera vas a determinar, quién será un cuadro técnico al Servicio del Sistema con un sueldo mediocre (una persona capaz de hacer la cabra en lo alto de un bote), y quién se dedicará (seguramente) a quitar mierda toda su vida por una porquería. En resumen, en la mano de todo maestro, hay una guadaña.
Los alumnos se dan cuenta de esa barbaridad, aunque no sepan explicarlo con palabras, y de ahí que vas a tener un choque frontal con ellos, a veces pasivo, a veces activo. Todos los maestros lo tienen. Ellos, que son mucho más torpes que sus alumnos, no perciben los latigazos que pegan, y por eso se preguntan “¿por qué arremete fulanito?”. Bueno, la pregunta que yo me hago es cómo es posible que el alumnado no extermine a sus profesores. Pero esa es otra cuestión.
Igualmente los padres perciben cómo sus hijos van directos a la ruina, y por ello los tendrás encima igualmente con sus quejas sempiternas. Y entre enfrentamientos y hostilidades, te acabarás volviendo un bicho malvado.
Preguntas que qué consejos puedo darte para enfrentarte a esa situación. No tengo consejo realista que pueda darte. Podría decirte que pases, que dejes la puerta abierta, que no castigues… Pero nada de eso va a servirte de nada. Por eso aquí te dejo los consejos que suelen dar los profesores antiguos y expertos en lides y batallas escolares. Conste que esto no te lo dice el acratosaurio, sino los que van a ser tus colegas de trabajo: el profesor enrollado hace mucho daño; en las clases hay que ser sieso; nunca se debe sonreír; lleva bien preparadas las clases para evitar que los listillos te contesten; estamos perdiendo autoridad, hay que mantenerla como sea; los padres son peores que los alumnos; no debemos dar nunca datos personales; no hay que caer bien a los alumnos; no hay que responder a los chistes ni comentarios; hay que evitar que sepan cuál es tu coche; los partes disciplinarios tienen que ser más duros; si te quieren que sea porque te temen; exige cobrar un plus de peligrosidad, que te pueden rallar el coche; amonesta a los alumnos que saquen buenas notas para que no la tomen con ellos los malos; forma una camarilla de profesores y ataca a los que sean buenos e inquietos, que se cansen y se vayan...
Como puedes ver, los consejos de los profesores expertos, más que describir a un maestro, describen a una especie de guarda jurado ninja.
Por los campos de brécol cubiertos de escarcha, ¡abajo el autoritarismo sociológico!, lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.