Este es el problema: Dado que hay principios en la base del anarquismo, ¿han de llevarse a cabo en todo momento y situación por parte de los anarquistas trinitarios? La respuesta es que sí, que los principios han de ser llevados a cabo hasta el final, en todo momento, en todo lugar, a rajatabla, por increíbles que puedan ser los sufrimientos. Estos principios elementales deberán ser inscritos en un libro de actas con tapas hechas en plomo y hojas de granito, de cara a su debida conservación en un congelador atómico. Una vez escrito el libro, y proclamado el principio libertario de manera solemne, todos los miembros del grupo trinitario se cagarán y se mearán en el sagrado principio, para dejar bien claro que aquí manda cada cual y no el principio, ni el final, ni la hostia bendita.
¿Que a qué se debe esa falta de respeto? A que los anarquistas trinitarios, por encima de todas las cosas quieren ganar, no a cualquier precio, pero sí al precio que haga falta. Eso de luchar por participar está muy bien. Pero hay que luchar para ganar. Empezar a luchar es ganar, continuar en la lucha es ganar, y perder o vencer es ganar. La cuestión es ganar como sea, sin que sea como. Es decir: no te quedes con cara de gilipollas, pensando que has perdido porque te has dejado alguna baza olvidada. No te quedes con la sensación de que has sido derrotado porque tus principios te han impedido una victoria. Cuando los principios se convierten en un obstáculo, es porque no los estás empleando bien.
Claro, los anarquistas trinitarios son criticados por los anarquistas sedentarios, serios individuos capaces de detectar lo que va contra los principios así estén sentados en lo alto de un cráter de la Luna escuchando el Hijos del Pueblo con los auriculares. Son anarquistas que saben en todo momento lo que hay que hacer, porque saben cómo ha de hacerse todo. Así un anarquista sedentario puede ver llegar de la batalla a un anarquista trinitario, herido en los huevos, con media teta arrancada, arrastrando las tripas por el suelo, y sin dientes que merezcan la pena, y decirle secamente: "eres un traidor por haber hablado con el obispo", que es la versión moderna de "Durruti se comió un bocadillo de salchichón el 19 de Julio".
Pero, en fin, eso proviene de la dinámica del anarquista sedentario. Un anarquista sedentario es por norma general un personaje que nunca ha conspirado corriendo riesgos reales, porque el anarquista trinitario sabe que cuando se conspira, cuando se entra en la lucha contra el enemigo armado, lo único seguro que hay es que todo será azaroso, complejo e imprevisible, y que los mejores planes se vienen abajo en segundos, y que hay que estar a verlas venir como un demonio. Por eso, para reconocer al anarquista sedentario lo único que hay que hacer es pedirle el currículum de los últimos cinco años a ese tipo que critica tanto lo que hacen los demás y no hace nada, a ese tipo que lo sabe todo y que no sabe ni como meneársela, y se verá que no solo no ha ganado ni ha perdido en la lucha, sino que ni siquiera ostenta las inevitables cicatrices del combate.
Por un sexo duro y sin límites en el sindicato libertario, basta de sexo oral y de onanismo mental: lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.