Me exige un tal…, bolchevicho, que deje en paz a los estalinistas (1) y que me dedique mejor a describir a los nazis. Vamos allá.

Primera idea: el nazi (fruto radicalizado de la democracia —otra utopía salvadora demierda—), en lugar de creer en el progreso, cree en la tradición.

Un nazi ha sido en algún momento una persona con ínfulas de grandeza, que se da cuenta un día (mirándose al espejo), de que su vida es una puta mierda y que es más feo que un demonio. Descubierto esto, el nazi le echa siempre la culpa de sus males a alguien de otra raza, que sufra pero que sea más feliz que él (2). Si un nazi ve un asentamiento chabolista gitano, comienza a soñar con una excavadora, antidisturbios, palizas para conseguir que echen los papeles en los cubos de basura, castigos ejemplares en la plaza pública, etc. Luego va y se apunta a un gimnasio.

Al parecer Hitler inventó el nazismo cuando un marchante de Viena se negó a organizarle una exposición de sus cuadros (Hitler fue artista). Esta situación se había repetido muchas veces entre 1909 y 1910, y siempre en la lista de espera de las galerías había pintores judíos, moldavos, judíos, eslovacos, judíos, húngaros, austriacos, más judíos… Así que Hitler estaba rabioso, resentido por fracasar como pintor, y decidió que había que eliminar a los judíos y que cada pueblo debía de estar formado por una sola raza. Raza es un concepto que ya no se usa, que habla de comunidades de personas que poseen diferencias físicas que permiten agruparlas. Por ejemplo, el tamaño de la nariz permitiría crear la raza de los narigudos, y la calvicie la raza calva.

Un nazi es, por lo tanto, un racista que añora la pureza: dogmas, creencias, mitos, prejuicios de un pasado inexistente e ideal. La diferencia con los estalinistas, es que los seguidores de la tiranía roja es gente satisfecha que piensa que está con el bien y con el futuro. Los nazis —en cambio— son gente desgraciada que cree que algo va mal dentro de ellos, y además tienen razón. Son el producto más abominable de la descomposición intelectual humana, y el sensible acratosaurio siente pena por sus inocentes madres.

El mundo interior del nazi es mucho más trágico que el del estalinista. Es un fanático reprimido que satisface sus torvos instintos mediante el poder y la jerarquía. Concreta esa tendencia en la persecución de personas que etiqueta como inferiores. De camino lame las botas de sus jefes que le dicen: “oye, no tienes la culpa de ser imbécil hijo. La culpa es de ese indio”. Y el nazi responde “ah, claro”.

Terapia en islas desérticas para nazis al servicio de negros gigantescos: lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

NOTAS
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(1) Para saber de los estalinistas, a raíz de la agresión en el CSO la Gotera, me he dedicado unos días a describirlos. No garantizo que no continúe haciéndolo para dejarlos en el lugar que merecen, por su nulo arrepentimiento.
(2) Para saber del sufrimiento y la felicidad, sufrientes anarquistas
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11166 [1]