Quien esté siguiendo la serie de artículos que dedico al estalinismo (1), habrá pensado alguna vez… “¡Concho, ese es fulano!”, u “¡Hostias! ¡Eso pasa también en tal colectivo!”, o peor aún: “¡La leche! ¡Eso nos pasa a nosotros!”. Y así es. En mayor o menor grado, todos esos comportamientos autoritarios, tienen sus bases en otros comportamientos de miles de años de antigüedad. Lo que hace del estalinismo un fenómeno tan riguroso, es lo bien estructurado que está. Por eso, cuando veáis que camináis como momias con los brazos hacia delante diciendo guturalmente “Lenin, Lenin” y “pequeño-burgués, pequeño-burgués”, es el momento de la reflexión y de tomar medidas evasivas.

Volviendo a los estalinistas, toda estructura brutal de ese tipo, dedicada a destruir a los individuos que caen en su red, aparte de símbolos sagrados (objetos arbitrarios a los que se dota de un significado intocable), necesita rituales para hacer pasar a los adeptos por el aro.

Un ritual es un acontecimiento que sigue siempre unas reglas fijas (formalizado), que se celebra de una manera periódica y/o repetitiva, y que está estereotipado (incluye secuencias de palabras y acciones conocidas por los iniciados).

Los rituales tienen eficacia por sí mismos. Una vez se llevan a cabo, suceden cosas esperables: dan información sobre el grupo, transmiten mensajes duraderos, excluyen o incluyen, y ponen en acción sentimientos profundos. Los rituales poseen dimensiones sociopolíticas, iniciáticas, económicas y estéticas. Los hay demostrativos, y los hay transformativos (o ambas cosas a la vez). Hay ritos de paso, ritos festivos, rebeliones rituales que fortalecen el orden… Los rituales son diversos: la reunión de la célula, la reunión de buró, el Congreso, los ritos de paso de la entrega de carné, de la depuración, de la autocrítica, los expresivos de la manifestación y el mitin, el festivo del concierto... No voy a explicároslos porque los conocéis más o menos. Pueden ser una orgía de placer colectivo, o un muermo espantoso si no compartís la creencia. En cualquier caso, todos los que realizan el ritual, aceptan un orden común.

El orden del estalinista es un orden piramidal, jerárquico, centralizado. El código de valores y normas está cerrado y es incuestionable, dado que poseen un libro (El Capital), compendio de todo cuanto puede ser dicho. A lo más que llegan sus seguidores, es a explicar el libro con clarividencia, como hacen dos mitos: Lenin y Stalin. La acción de los estalinistas es mesiánica, prometen en el Futuro la Ciudad Perfecta a la que hay que sacrificar el presente, y ello les lleva a la exclusión tajante de los que no comparten el código de valores, y al intento de imposición a toda la sociedad ya que solo puede haber Una Verdad y una Lectura Válida. Eso les ahorra tener más de una idea.

Desnudos ante el espejo con la máscara de Stalin y el gorro de Napoleón: lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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NOTA

(1) Quien desee cansarse con la serie dedicada al estalinismo, puede leer estos enlaces:

La Unidad: http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11831 [1]
La Crítica http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11874 [2]
Avanzar http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11853 [3]
El Destino Histórico http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11910 [4]
El Centralismo Democrático http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11953 [5]
El Futuro http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11973/edit [6]
El Símbolo, lo Sagrado, la Víctima y el Sacrificio http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/11993 [7]