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¿Por qué no triunfa el anarquismo?

Enviado por Acratosaurio rex en Jue, 09/07/2009 - 11:33

Esa es la escueta pregunta de José Pernio, un joven que estudia ESO en una escuela de Galapagar. ¿Por qué no viene más gente al anarquismo? José, los motivos son muy variados. Te expongo solo un par de ellos. Empezando por los internos, la debilidad de las organizaciones anarquistas. A ellas llegan lo que hay en el mundo: individuos débiles y sin fuerza en general, poco propensos a soportar estoicamente el sufrimiento. Ser anarquista en campos económicos, conlleva un enfrentamiento muy duro y sostenido con el Estado y con los empresarios, y la gente elude los enfrentamientos.

Piensa también en la incapacidad para tomar decisiones colectivas que hay hoy día, y que conducen a realizar asambleas inoperantes que duran horas y horas y más horas. Ese sufrimiento también tiene tela, y es casi peor que el de ser detenido, multado, despedido o ejecutado. En definitiva, la gente que llega al anarquismo al cabo de poco tiempo tiene la sensación de que hace el ridículo, de que se aburre, de que la cosa le queda grande, y se marcha. No así los anarquistas, que luchan, hablan lo imprescindible, sufren con mirada dura y silenciosa, y se afanan. Siguen los impedimentos externos, dejemos a un lado la represión por el momento. El Estado y las empresas dedican muchos recursos a comprar voluntades baratas.

Recordad que sindicalistas y voluntarios, son los más baratos de los vendidos. Sean en ONGs, en agencias estatales benéficas, en iglesias…, los posibles disidentes son absorbidos por la red de captación ideológica y económica de los poderosos, y una vez dentro de ella el interés de esos cuadros es que todo siga igual. Ello evita el enfrentamiento mencionado anteriormente, y encima cobrando un dinerillo. No hay que minimizar la competencia ideológica arquista, de marxistas en particular y de bienintencionados en general, que disponen de un discurso lleno de pragmatismo y que presentan su propaganda con una serie de logros que les llenan de satisfacción. Están llenos de seguridad, de razones, de verdades, saben qué hacer y si no lo saben, alguien les dice lo que tienen que hacer. No así los anarquistas, que son incomprables, que carecen de esperanza en sus negros corazones, que siempre dudan, que desconocen el camino y que por ello toman sus propias decisiones.

En resumen: lo que percibe la gente es que la fragua del militante es la lucha, y que la lucha lleva a una vida de continuos sobresaltos, dudas e incomprensión, corriendo el riesgo de que —encima— te echen en cara cualquier cosa que hagas, errónea o no. En cambio quienes se rinden pueden conservar la bandera, y reciben comida gratis (y un río de cerveza inagotable) simplemente cumpliendo las instrucciones. Por eso y por otros motivos, no triunfa el anarquismo. Larga vida a la fuerza, base de la victoria. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.


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