Otra vez el muermo de elecciones, donde podremos comprobar, otra vez, que los que decían una cosa, harán otra. Es una especie de tortura sicológica, mental y física, que parece no tener fin, y que sufren los esforzados militantes, que se adaptan como pueden a la última jilipollez de sus dirigentes, y encima votándoles en primarias, que hay que tener mucho pesqui para conseguir que salga justamente eso, y no otra cosa que lo mande todo al diablo.