El origen del agua y la posibilidad del Anarquismo

Hace unos días charlaba con un amigo de algo que me fascina desde pequeño: el origen del agua que bebemos. Es extraterrestre. Como lo oís. Hace unos cuatro mil millones de años, mientras la Tierra se formaba alrededor del Sol, recibía el impacto de montones de cometas y meteoritos, muchos de ellos transportando hielo. Al chocar con el planeta se desintegraban y en un mundo hirviente de fuego, a unas presiones inconcebibles para nuestra existencia, se formaban enormes nubes de vapor. Y con el tiempo, una lluvia torrencial, un diluvio impresionante, que se unió al choque de otro planeta con el nuestro, fundiéndolo nuevamente, creándose un núcleo de hierro que dio lugar al campo magnético, apareciendo de la fusión de escombros un satélite enorme: la Luna. Y vuelta a empezar con meteoritos que traían metales y aminoácidos y compuestos orgánicos, tormentas, erupciones, océanos inmensos, mareas impresionantes, tsunamis apocalípticos de lava, días de tres horas, fuego, metano, y en algún temprano momento, en el fondo del océano, en el agua estelar, en torno a una fumarola, las primeras células anaerobias. Una vez apareció la vida, se aferró a la existencia.
Menudo flipe pensar que el agua que bebemos y que necesitamos, tiene miles de millones de años y que vino desde a tomar por saco en violentos bólidos estelares. Es más, muy posiblemente este vaso de agua que me estoy bebiendo ahora, haya pasado por las vías urinarias de Napoleón. Realmente flipante. Piénsalo: estamos bebiendo agua que ha pasado por los riñones de los dinosaurios…
Después lo de siempre: evolución, glaciaciones, más erupciones, extinciones masivas y vuelta a empezar. Impresiona pensar que de no haber sido por el bombardeo de cometas, por el campo magnético terrestre, por la acción de la Luna que hizo que la Tierra rotara más lentamente, el planeta que habitamos sería un espacio rocoso, yermo, esterilizado por la radiación solar… Que hubiera faltado a su cita un fenómeno cosmológico, un simple resfriado de un mamífero, o una cita a deshora de una pareja calenturienta, y se hubiera interrumpido la sucesión de hechos que dieron lugar a la maravilla más grande que ha ocurrido desde el Big Bang en el comienzo del Universo: YO.
A mí me acojona pensar que estoy aquí de pura chiripa. He tenido una suerte impresionante. Miro hacia atrás y compruebo que el fenómeno de la muerte ha acompañado a mi posibilidad millones de veces, tantas como estirpes se han extinguido por el camino. Es más, creo firmemente que mi existencia es una imposibilidad matemática. Mi nacimiento era improbable si se tienen en cuenta la suma de factores necesarios. Es tal la cantidad de variables que –sencillamente– es imposible que esté aquí hoy, soltando disparates.
Y, sin embargo, aquí estoy viendo el panorama. Y eso me hace pensar que lo inconcebible se ha hecho un lugar en lo real. Por eso cuando alguien me cuenta que el anarquismo, un mundo sin mando ni obediencia, es una locura, respondo que si la locura del Universo se hizo realidad… arrimando un poco el hombro… ¿Por qué no el anarquismo?
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Comentarios
El azar de los azares. La casualidad causal.
Somos el resultado de las combinaciones de infinitos azares, pero cuando todas esas probabilidades se replican millones y millones de veces, por miles de años, deja de ser una probabilidad para transformarse en evidencia. Eso es la vida, una evidencia demasiado probable cuando las condiciones son favorables para ella.
Sobre el agua, es muy curiosa esa fantasía sobre las vías urinarias de Napoleón. Recuerdo que nos enseñaban que el agua era parte de un ciclo que los seres humanos, con nuestra actividad industrial y productiva, estamos alterando e interrumpiendo. Lo que es bastante improbable es creer que el vaso de agua que bebes, haya pasado por las vías urinarias de Napoleón. De ser posible esa extravagante fantasía, lo más probable es que las vías urinarias fuesen de algún "sans culotte". "La mano de dios" no existe y por ello es imposible que nos toque.
De cualquier manera, el ciclo del agua es un proceso complejo en el que, de no ser por las innumerables contaminaciones actuales y múltiples filtraciones de aguas fecales, el agua llegaría mezclada y filtrada en su proceso natural. Es decir, si existe agua que haya pasado por los riñones de los dinosaurios, solo sería posible encontrarla en algún iceberg o zonas ancestralmente heladas. Aseguran que ese agua "milenaria", sería más pura que las que actualmente bebemos y, ahora que el agua potable escasea en el planeta, ven en ello un tremendo negocio con su venta embotellada al coste de un riñón de dinosaurio.
Como los dinosaurios, el anarquismo se extinguió. Lo que queda son aves, algunas carroñeras y será difícil que, arrimando el hombro, esas aves vuelvan a convertirse en dinosaurios, salvo que medien procesos que se escapan a nuestras precarias posibilidades, aunque siempre nos quedarán las fantasías para proyectarnos hacia "un mundo mejor", concepto este, que puede ser reivindicado, al mismo tiempo, por cualquier revolucionario o reaccionario, sin que esos mundos se asemejen en lo mínimo. Es por ello que desconfío de quienes prometen "mundos mejores", solo hay que ver la cantidad de facciones irreconciliables dentro de quienes se dicen "anarquistas". A la anarquía (o a las anarquías), le suceden lo mismo que al agua que está constituida por millones de moléculas y de partículas indeseables que la transforman en un brebaje que nada tiene que ver con ese agua que bebíamos en los arroyuelos.
No se trata de volver a la edad de piedra, sino de empezar a construir espacios, comunidades, zonas..., libres de relaciones capitalistas y autoritarias y que, sin ser realidades completamente al margen, puedan reproducir los modos y las formas de la anarquía y todas sus variables en los márgenes de los márgenes. No hay alternativas si no se construyen, porque siempre acabaremos reproduciendo lo mismo.
Los dinosaurios no se extinguieron
Hay un amplio consenso en que las aves son dinosaurios, y que descienden de los primeros con plumas. Los anarquistas de hoy, pues son anarquistas. Descendientes de los primeros, pero sin plumas.
las que tenemos plumas
También hay consensos en que dicen que esos "ideólogos" de los "ismos", observaron a los pueblos originarios y a los animales. Hay anarquistas con plumas y sin plumas. Paradójicamente, lxs sin plumas, casi ningunx vive en anarquía ni en nada que se le parezca. Bastantes de lxs que tienen plumas están más cerca de los dinosaurios y de las formas de vida en anarquía que de lxs desemplumadxs.
En resumen, que hay
En resumen, que hay anarquistas de los buenos, y hay anarquistas que no son anarquistas.