Sustituciones espeluznantes

Amalia, la directora de alasbarricadas, me exige un artículo de opinión sobre el lío que se traen en el llamado Partido Popular, con lo de las comisiones del hermano de Ayuso y la defenestración de Casado y otros. Es inútil que le diga que no tengo ni idea de esas cosas, ya que por lo visto me pagan para analizar la sociedad española. Ay.

Lo único que se me ocurre decir, es que esos descabezamientos en la cúpula del Partido nos perjudican. Mucho. Son una mala noticia. A ver, es sólo una cuestión empírica: quitaron a Rajoy, y vino Casado; quitaron a Aguirre y a Cifuentes, y pusieron a Ayuso. Eliminaron a Cospedal y no sé a quién pusieron, pero seguro que muchísimo peor. Cualquier cambio que haya en la derecha siempre es horrible. ¿O no? Eliminaron al chaval ese, ¿cómo se llamaba el catalán…? Albert Rivera e hicieron polvo Ciudadanos. Y ahí tenemos de sustituta a la extrema derecha y al tal Pascual. Pareciera que la derecha, como si no fuera ya bastante siniestra, en cada transmutación evoluciona a una nueva monstruosidad acojonante. Os digo que tal como va la cosa, los que siguen la política nacional van a echar de menos al ese Casado.

Hay gente que es preocupante que desaparezca. Por ejemplo, Carromero, un pésimo conductor que se carga a la oposición cubana… ¿No es entrañable? Pues ha tenido que dejar el Partido. ¿Quién tomará su relevo en el Ayuntamiento? Sabe Dios. Me lo estoy temiendo. Nos va a entrar la nostalgia del Pequeño Nicolás. O de Fraga. Darle tiempo a lo que venga de Galicia. Ahí va.

Total: un terremoto político en la derecha, porque el Jefe de la Oposición en el Parlamento, ha denunciado un caso de corrupción del hermano de la Presidenta de Madrid, tráfico de influencias y empleo de testaferros para agenciarse suculentas comisiones en medio de una masacre de viejos durante la pandemia. Y cae el denunciante del contubernio, mientras que sus colegas puestos a deo le apuñalan por la espalda. Por soplón.

Pues nada. Ese es el cuadro de la política de este país. Esa es la sangre que quiere dirigir el Reino y sus comunidades, que si por despiste llega Drácula en su ataúd, se levanta a dar una vuelta, entra en la sede de Génova, y se chupa el cuello de alguno o alguna de por allí, no van a hacer falta ni cruces, ni estacas, ni ajos, ni luz solar, ni decapitación. Al primer buche, el inmortal hematófago la palma y se desintegra. Y el mordido se transforma en un biorraptor gigante, sale volando por la Gran Vía y la lía más parda que los camisas pardas. Y es que los cambios en la derecha, sí que son espeluznantes.