Carta: Periplo de una Mujer, por Bienestar Social


Tooo mu bonico

Hola Muchacho. Me he animao a ponerte un escritico, que hace un montón que no lo hago. Estoy moderadamente bien, aunque en este momento tengo una infección que da positivo al coronavirus, (el vecindario espantado), y no puedo andar hasta el retrete sin pararme a resollar con la puñetera EPOC. Estuve antes dos meses sin fumar, obligada por el dolor que me producía lo que pensé que era una costilla rota y resultó ser un empiema pleural. Pus en los pulmones en cristiano. Tres semanas de hospitalización con un drenaje en el costao. Empecé fumando poquito, pero a los pocos días ya le había vuelto a pillar el ritmo otra vez.

Lo bueno de la temporá es que la Generalitat ¡por fin! me aprobó una prestación de tres años y he podido regalarles a mis hijos un montón de cosas de las que hasta ahora tenían que prescindir, como pagarle a la mayor un campamento para practicar inglés, comprarle al peque la tan ansiada play nosecuantos,y darnos el lujazo de arreglar el calentador para poder ducharnos ¡hurra! con agua caliente. Llevar las facturas al día, y poder acceder a alimentos de mejor calidad también ayuda aunque me he convertido en una señora oronda, entre la inactividad y los atiborros que nos pegamos de comer ahora con los cuatrocientos euracos que me maravillan.

En general apenas salgo a la calle, eso sí, por fin he conseguido lo de meterme en serio con la limpieza y mantengo la casa más o menos decente. Lo poco que salgo me aseguro de que en el trayecto de ida y vuelta haya diversos bancos donde recuperar aliento y asentar las posaderas.

 

Depresión y Servicios Sociales

Sigo en pelea constante con las de los servicios sociales desde que me quedé parada y sin un duro, que ya no sé que hacer para que me dejen en paz. Y te voy a contar lo que me pasó antes de esta puñetera infección que te he dicho antes.

Antes de ingresarme en el hospital la Trabajadora Social (que se ha pegao dos años de baja y no sé cuantas semanas de vacaciones desde que volvió en la primavera pasada) me amenazó con levantarme a mi hijo (por las condiciones en que tenía la casa y eso)… Te contaré el episodio un poco mejor.

Resulta que un bonito sábado de primavera (justo al día siguiente de la graduación de mi hija y pocas semanas más tarde de que me hubiesen empezado a ingresar la paga (con un año de atrasos incluidos), se presentó una pareja de la Policía Local en mi casa llamando al timbre como si no hubieran picao uno en su vida. Como los vi por la mirilla, no abrí y al rato cogí una llamada en el móvil de un número desconocido, donde se identificaron como Policía Local y me dijeron que habían ido a casa por denuncias de los vecinos, y que si podían venir a que les abriera para comprobar. Les dije que hiciesen el favor de venir el martes, que era uno de los días en los que venía la Educadora Social y así les podría explicar mejor mi situación. Accedieron.

El martes, nada más entrar la Educadora, llamaron al timbre. Apenas me dio tiempo de explicarle a la otra mientras subían. Entran, la casa no podía estar en peores condiciones, suciedad y desorden por todas partes amén de pises y cacas del perro y las gatas. Me preguntan qué me pasa y a que se debe el estao en el que está la casa, y les explico que estoy sumergida en DEPRESIÓN desde hace varios años y que me resultaba imposible levantar cabeza, que encima había empeorado con la medicación y que tenía otros problemas de salud que me impedían (los mismos que tengo ahora: cirrosis que me quedó de la hepatitis, hiperglucemia, y la epoc). Los polis eran un hombre y una mujer y tengo que decir que no pudieron ser más amables y respetuosos, tomaron fotos del patio y de algunas estancias de la casa e iban tomando nota escrita conforme les respondíamos la Educadora y yo.

Me preguntaron si recibía alguna clase de ayuda y les respondí que desde hacía varios años, que la llevaba pidiendo, toda la asistencia que me habían prestao era mandarme a esta señora a casa que ni me ayudaba a limpiar ni nada, pero que venía dos días por semana a hora y media al día y se sentaba a soportar mi verborrea hasta que se iba. 

Le preguntan a la Educadora que si trabajaba para el ayuntamiento y cuál o cuáles eran sus cometidos, y la mujer dice que ella trabaja para una empresa privada contratada por Bienestar Social, y su labor consiste en venir tres horas por semanas para no sé muy bien qué les explicó. Noté que a los munipas no les había agradao la explicación de aquélla, y desde ese momento casi ni la miraron, dirigiéndose a mí todo el rato. 
Me dijeron que tenía que limpiar y adecentar sobre todo el patio, para que los vecinos no se quejasen ni denunciaran más. Me recomendaron además un veterinario para que llevase a vacunar y a inscribir al perro en el censo municipal. Se despidieron diciéndome que volverían en unas semanas y que si no encontraban la casa en mejores condiciones tendrían que dar parte para que fueran los de sanidad los que viniesen a limpiar y a tirarme (a su criterio) trastos.

Unos días después se presenta la Coordinadora de Educadoras de la empresa privada con una nueva Educadora (para mí y era la cuarta en año y medio), Trabajadora Social del centro que me "asiste", identificándose como la titular de la plaza y sacando por enésima vez el cuadernico y el boligrafico de marras para tomar nota de mis necesidades. Como que me habían pillao calentita con lo de la visita de los munipas empecé a despotricar contra su inacción en años y contra la Concejalía de Bienestar Social que se gasta el dinero público en empresas privadas de dudosa función. Me aguantaron la retahíla dándome la razón como a los locos y prometiendo una vez más asistirme hasta donde estuviese en sus manos.

La Educadora siguió viniendo como era habitual y en pocas semanas me llaman para que acuda al centro social para hablar con la Trabajadora Social (TS) y con la Psicóloga. 

 

Intervención de Servicios Sociales

Acudo a la cita y la muy sinvergüenza de la TS me dice que un menor no puede estar viviendo en un hogar como en el que estaba viviendo mi hijo, y que estaban pensando intervenírmelo hasta que adecuara la casa a un mínimo exigible. Que quería hablar también con mi hija y con el padre de ambos para ver si había algún problema en que mi hijo estuviese viviendo en casa de su padre durante el tiempo que yo tardase en limpiar. Por si me había caído bien la primera vez... En esta segunda les volví a echar en cara que llevaba dos años esperando algo más de trescientos euros cada tres meses y que las mismas carencias y deficiencias que figuraban en el informe de la Policía Municipal se las llevaba yo diciendo ¡años! Salí de allí negándome a firmarles un documento donde les cedía el derecho a intervenir en las decisiones sobre mi hijo y a darles el contacto de mi hija y mi ex para que los citaran. Aunque al final accedí a que hablasen con mi hija y la llevé un día que la citaron. 

Mi hija ha heredado de mí la mala disposición para achantarse ante estos traficantes de tempestades y las puso también de vuelta y media, negándose a acatar sus directrices. Cuando la hijaputa de la TS me dio la oportunidad, al decirme que mi hija era una maleducada, le respondí que tiene mucha más educación y condiciones para lo que sea que ella, pero que las administra muy bien y a cada cual le ofrece las que piensa que merecen.
 
No sé como hicieron para contactar con el padre y lo citaron un día que ya estaba yo con el dolor de costilla, pero me había apañao para adecentar el patio con la ayuda de mis hijos y las fotos que le enseñaron a mi ex no tenían ya nada que ver con el patio que le mostré cuando vino a casa. ¿Te imaginas el efecto entre dos ex cónyugues que no se llevasen bien? Por suerte no es mi caso y Juanito también se negó a lo de llevarse a vivir con él a mi hijo, aduciendo que estaba seguro que mi depresión empeoraría, y que no estaba dispuesto a contribuir a mi deterioro por mucho que ellas le dijesen que era lo mejor.

Hacía mucho tiempo que no odiaba y creí que ya no era capaz de sentir un odio tan acérrimo y tan puro como el que esta tiparraca repulsiva me suscitó. Aprovechaba las visitas de la educadora para desahogarme y ponerlas a parir. Básicamente hacía eso cuando venía: despotricar contra la pendeja…, y deteriorarme en salud mientras se me iba encharcando el pulmón. No me di cuenta de lo que me pasaba, a pesar de que estaba con fiebre, tosiendo, ahogándome.

La educadora me acompañó al de Digestivo, bueno, más bien fue por su cuenta cuando estaba más pallá que pacá, porque aunque vio como me iba muriendo día a día (con fiebres altísimas y sin poder moverme por el dolor del costao) no fue capaz de decir "te llevo al médico". 

En la Seguridad Social
 

El de Digestivo fue el que se alarmó cuando me vio llegar demacrada y con la pinta de haber sido chupada por Drácula, y antes de salir del centro de consultas ya me dejé allí un análisis de sangre y unas placas, aparte de una citación en muy pocos días para hacerme una nasogástrica. En cuanto llegué al hospital a hacérmela, me dijeron que me habían encontrado algo en las placas y que no me harían la prueba, que a cambio me tenía que quedar ingresada allí porque tenían que hacerme una intervención delicada y me derivaban a neumología. Y no veas que te trincan, te ponen un camisón con el culo al aire, y te inyectan no sé qué.

Tres semanitas con un tubo conectado por un lado a mi pleura izquierda y por el otro a un maletín que iba llenándose de líquido purulento y asqueroso. El día que me ingresaron les puse un wassap para decirles a los del Bienestar Social que no estaría en casa cuando fuera la Educadora, porque estaba en el hospital con un pulmón encharcao y que no sabía cuando saldría.

La educadora tuvo el detalle de venir a mostrarme su impertinencia, justo el día que empeoré, se me distendió la piel, dando lugar a que la pus me chorrease por la espalda desde el mismo agujero en la piel, rebosando el tubo. Nada más llegar (yo, sentada en la cama con empapadores y el camisón en deshabillé) no se le ocurre otra cosa que meterme una palmada en la espalda preguntando cómo estaba como saludo inicial y se sienta enfrente de mí para soltarme que me veía en mejores condiciones de lo que ella esperaba... En fin, que entre el cabreo por lo del rebose, el dolor del guantazo, y por lo de que le habían sugerido a mi ex que se llevase al niño, me pegué una explayada de ponzoña y reproches que no sé como no desistió allí mismo de volverme a ver.

Antes de darme el alta, yo ya había escrito otro wassap (sin que me respondiesen al primero) para avisarles que no podría ir a una cita con ellas por estar ingresada. Sin respuesta otra vez hasta que un día llamé por teléfono y conseguí hablar con la TS para manifestarle mi situación y mi cabreo con ellas, y pedirle que me indicase que debía hacer para que me dejasen en paz, que no habían hecho otra cosa que hacerme perder el tiempo y conseguirse mi desconfianza, a base de amenazas y de incompetencia. Derivamos la conversación a un "que sí, que no" alternos por ambas partes, al que di fin diciéndole que no me iba a convencer y que cortase ya porque me acababan de entrar la comida y tenía hambre por fin.

Debió funcionar, porque la tiparraca no me volvió llamar. Por el contrario, la llamé yo porque tuve un escape de agua que mojó el local de abajo y le dije que lo iban a pagar ellos. Pero al final me he dado el placer de decirles a través de la Educadora que no les voy a pedir ni eso, el día que la invité a no volver a mi casa a perder el tiempo y a hacérmelo perder a mí.

 

Mas Intervenciones de Bienestar Social

Pues sí, después de darme el alta la Educadora seguía viniendo, a sentarse a mirar la tele mientras yo verborreaba incesantemente sin que me escuchara. Por ella misma pudo comprobar que ni desde que me dieron el alta, ni desde que ella venía desde hacía dos años mi casa había cambiado gran cosa. Solo el patio, antes del ingreso y mis hijos, que recogieron un poco y fregaron para cuando yo volviese. 

Un día de octubre me citó la psicóloga, para hablar conmigo y con Maruja Eugenia (que se llama la Educadora) y allí me entero de que la Educadora le había dicho que al principio de venir (los dos primeros meses: febrero y marzo de 2017) yo limpiaba en su presencia, pero que hacía tiempo que no lo hacía. A lo que mirando a la Maruja le eché en cara que no me lo hubiese dicho antes a mí, y es a partir de aquí que me empiezo a dar cuenta que he tenido una especie de dependencia irreal o más bien de síndrome de Estocolmo, cuando me preguntaban si me hacía bien que viniese Maruja y yo asentía, diciendo que me servía para desahogarme y sentir la "amenaza" de que alguien viniese a fiscalizar mis tareas para así obligarme a ellas. Pero que en dos años ellas vieron que no hacía nada. Por problemas de salud o por lo que fuera, pero que yo no hacía nada. Ni ellos tampoco.

Me dieron el alta médica en diciembre, débil, con los puntos en el costao y sin fuerzas para nada, con la amenaza inminente de que la policía volvería para ver si había limpiao o no. Me levantaba de la cama al sofá y empecé a ver pelis por internet hasta que que vi la de "Viven" (aquellos uruguayos que se estrellaron en los Andes). Y eso fue lo que más me ayudó. Te cuento.

 

VIVEN

Lo de Viven también es un poco largo, leí el libro de Piers Paul Read a mis trece/catorce años y ya entonces me impresionó bastante. Pa que nos vamos a engañar, me sentí atraída por la reseña, que hablaba de antropofagia y otras miserias humanas, pero me encontré con una historia de solidaridad, consciencia de entorno y superación humanas, de las que pienso que aprendí.  Especialmente me conmovió uno de los chicos que murieron en la montaña y del que se decía que era anarquista, con los años olvidé su nombre, pero siempre recordé la esencia de lo que era aquel libro. He vuelto a recordar el nombre del muchacho. Arturo Nogueira se llamaba.

Al salir del hospital con la preocupación de cómo estaba la casa y mi imposibilidad para empezar a resolverlo, decidí destorturarme la mente viendo primero peliculillas de aventuras, fantasía y alguna comedia. Me he tragado varias versiones de adaptaciones de los libros de Julio Verne y otras pocas de DIsney protagonizadas por Dwayne  Johnson o Brendan Fraser. De repente un día, me salió la de Viven en una búsqueda de pelis de aventuras y la vi. Me resultó tan insuficiente y tan parca, respecto a lo que recordaba, que sentí la necesidad de volver a leer el libro y mientras lo leía me entró la curiosidad por conocer que habría sido de los sobrevivientes después de tantos años y me puse a buscar por internet.

Leí un par de artículos y empecé a ver un montón de vídeos que hay en youtube sobre ellos. En la actualidad, viven casi todos y aunque han desarrollado sus vidas laborales en diferentes ámbitos, casi todos escriben libros y dan conferencias sobre lo que les pasó, para influir en motivación y otros valores de equipo.

En la búsqueda me salió también un grupo de facebook, compuesto por miles de personas que de una forma o de otra se han sentido influenciados o atraídos por esta historia. De hecho hay varios de los sobrevivientes en el grupo y de vez en cuando comentan.

Y cual es la influencia sobre mí... Pues en realidad soy consciente de que sobre todo ha sido mi cabezonería y más que por la inspiración he podido subir por la necesidad y las ganas que tenía de hacerlo. Me aplico un par de términos como el de "atravesar cordilleras" y el de "construir adaptándome a los recursos que tengo a mano" pero aparte de parecerme una preciosa historia y demostrarme que siempre hay quien puede sufrir más que una, no me ha aportado mucho más, si acaso lo que te comenté de poder relativizar los daños, y entender que mientras hay vida hay esperanza. Que no es poco, la verdad. He terminando charlando en un grupo de locos maravillosos a través de las redes y cuando casi estaba empezando el año, empecé poco a poco a ir limpiando habitaciones.

Y como que en los últimos meses me he venido convirtiendo en una experta en el tema pues podría responderte a casi cualquier cosa que me preguntes sobre los uruguayos y el arriero chileno que los encontró. 

 

Fin de los Servicios Sociales o "no te dejas ayudar"

La Educadora Maruja se fue de vacaciones de Navidad y para cuando volvió pude enseñarle cuanto había avanzado en SU ausencia. Hace unas tres o cuatro semanas volvió la policía. Les hice un tour por la casa mientras les contaba que había estado muy delicadita de salud y me había costao un montón llegar a dejar la casa como se la encontraban ahora. Me preguntaron si tuve ayuda de los Servicios Sociales y les conté lo cabreada que estaba con los efectivos que me habían tocao y que la única ayuda era una señora que venía a perder el tiempo a mi casa y a hacérmelo perder a mí. 

Reflexionando sobre eso decidí dar boleto a la Maruja el siguiente día que volviera y cuando lo hizo le pregunté cuál era su cometido o las funciones que había realizado para contribuir a mi mejoría, y lo único que fue capaz de responder balbuceando es que yo misma decía que sí me hacía bien. Le volví a preguntar cuáles eran las pautas o las sugerencias que ella me había hecho para que yo iniciase el camino a mi recuperación y nada tampoco. Le dije que quería dejarle claro que eso, que nada en absoluto, que ha venido a perder el tiempo solo que a ella se lo pagan y a mí no.

Como dijo que no quería discutir, se levantó dando los buenos días y me recomendó que llamase pa decir que no quería que viniera más y al día siguiente llamé a la Psicóloga para informarla. Como la que no tenía ganas de discutir ese día era yo, no la contradije cuando me respondió que era yo la que no se dejaba ayudar, y hasta hoy. No creo que me llamen más, se ahorran de que les recuerde lo ineptos que son y cobran lo mismo.

Y en esas ando ahora, en tratar de no volver a caer en la depresión más absoluta, y llevar una vida más o menos organizada, sin esperanza de volver a trabajar de lo mío.

Un abrazo muchacho, que siento que te tengo que pedir disculpas por lo extensísimo del mensaje y cuando puedas que me cuentes un poco en las que andas tú en el psiquiátrico o en la Comunidad Terapéutica que dicen ahora, rodeado de asesinos, parricidas e incendiarios, y si te se sigue levantando.

Salud!!!
 

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