Lo que nos va a traer de bueno la revolución

El otro día comentaba el miedo que siento ante la revolución, y de la feroz resistencia que efectuará la clase dominante para defender sus propiedades. ¿Y lo positivo? ¿Qué puede tener de positivo la revolución? 

En mi opinión, la revolución no trae nada positivo, ni negativo. La revolución lo que trae es un cambio. La revolución tiene su día, o su mes, o su año, y lo deja todo patas arriba. Y el sistema que viene a continuación, depende mucho de la relación de fuerzas previa, del pensamiento y de las ideas que se han gestado en el periodo de transición (que es este momento en que vivimos), y de lo que haya a mano para poder vivir. En resumen: si los reaccionarios y partidistas son fuertes, la revolución les dejará en las manos el mundo para otro milenio.

¿Y por qué las revoluciones (sociales) son tan raras? Quitemos de la ecuación el papel de medios de comunicación, sistema educativo, cultura imperante, medios de represión, colaboracionistas… ¿Por qué –si acaso– se produce una revolución cada siglo? 

Pues porque la gente tiende a la estabilidad y a la rutina, y espera que cada día sea predecible. Uno quiere salir a la calle, y que cada cosa siga en su sitio, porque lo impredecible provoca incertidumbre, ansiedad, estrés. Por eso la gente cuando vota, es reaccionaria, ya que prefiere lo que hay, a lo que puede llegar, porque con lo nuevo pueden quedar escaldados.

Fijaros que nuestro mundo, Europa, proviene de una enorme revolución, la francesa, que en 1789 derogó todas las leyes previas. Desde entonces se ha ido levantando un enorme entramado legal, que impide que cualquier iniciativa de izquierdas pueda ir un poco más lejos de lo que ya hay. Por el contrario, vemos que en España, tanto con gobiernos de derechas, como de izquierdas, el mercado de trabajo ha tendido a la precariedad, la bajada de salarios, el desempleo, la individualización de los contratos, las subvenciones a la patronal en materia de impuestos y ayudas, la merma de subsidios de desempleo, el abaratamiento del despido, y un sin fin de medidas que benefician a los empresarios. 

Y todo eso, no hay quien lo cambie desde dentro. Ya veis que la propuestas estrella de –por ejemplo–, derogar la reforma laboral, la última, porque de las veinte anteriores ni se habla, no se va a llevar a cabo bajo el Gobierno izquierdista de Pedro Sánchez. Resultado: estabilidad en el reparto de beneficios. Unos cuantos muy ricos, y muchísimos a verlas venir.

¿Por qué cuento ese cuento? Pues para ilustrar que el cambio no puede llegar nunca de las instituciones. Los Gobiernos solo legislan a favor de los trabajadores, si se les presiona con fuerza. Y los millonarios solo desaparecen, si se les expropia sin compasión. Esa es la esencia de la revolución, que con una simple línea destruye el mundo anterior ella. 

Es en ese instante, en que las leyes estallan hechas pedazos, cuando llega el momento del temido cambio. Y nos va a llegar por las malas, que no os quepa duda, en medio de diversas crisis (energética, económica, ecológica, financiera, política...), si no ponemos manos a la obra para ser muchísimos y estar muy bien organizados, en el momento del colapso. 

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