Ritos electorales

Otra vez el muermo de elecciones, donde podremos comprobar, otra vez, que los que decían una cosa, harán otra. Es una especie de tortura sicológica, mental y física, que parece no tener fin, y que sufren los esforzados militantes, que se adaptan como pueden a la última jilipollez de sus dirigentes, y encima votándoles en primarias, que hay que tener mucho pesqui para conseguir que salga justamente eso, y no otra cosa que lo mande todo al diablo.

¿De dónde sacamos esta resistencia los europeos?

Para poder entender todos esos movimientos que están llevando a cabo los partidos, de cara a tomar el poder, hay que pensar en términos científicos. 

Miremos a nuestros antepasados. Observamos que tienen unos ritos de paso. Son unas ceremonias que permiten al aspirante entrar como niño en el rito, y salir de él convertido en miembro del grupo de pleno derecho. En esos ritos se suele torturar, aterrorizar, violar, humillar al aspirante. Por ejemplo, qué sé yo, la sabiduría ancestral: te tienen sin comer ni beber, te cogen entre seis adultos y te sajan el pito con un cuchillo de piedra. Luego eres un hombre. Que el cuchillo sea de piedra, es fundamental, porque siempre se hizo así. Una vez pasas el rito, ya puedes comprar una esposa, o secuestrarla. Pues claro. 

Pongamos, qué sé yo, la circuncisión. Seguramente en la batalla, el guerrero más valiente fue capado por algún cuchillo de piedra. Inmediatamente los colegas, mientras celebraban la victoria, se solidarizaron con el líder, y para animarle se automutilaron todos la verga presentándose en el campamento como "elegidos para la gloria". Es muy propio de tíos, sí. 

Ese acto cohesiona al colectivo, lo convierte en letal, separa a "los que son" de "los que no son", no solamente de otros campamentos, si no también de los disidentes que se negaron a pasar por ese martirio, y que son flechados por el bien común, si no huyen antes. Evidentemente, cualquiera que haya pasado por la humillación de que lo violen, lo que hará cuando llegue el momento, será chingarse al muchacho que aspira a ser hombre, claro que sí. Y evolutivamente hablando, puede verse que eso de torturar a los miembros del grupo les permite prosperar, ser más fuertes, a medida que perfeccionan las sevicias y las convierten en rito democrático. ¿Pruebas? Que ningún pueblo pacífico haya sobrevivido, es inquietante.

¿Qué quiere decir todo esto? Pues que probablemente todos esos mamamierdas de la política que validan el ritual democrático, sean descendientes directos del montón de cabrones que  dejaron que el sacerdote les cortase la pilila hasta la uretra.

Quien huye, avanza. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, los que es de nadie es de uno

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