Una contradicción del debate electoral

Dejando bien claro que no hago campaña por la abstención, sí que quiero comentar alguna cosa que me deja perplejo de los candidatos, y que me impide ir a votar, como si tuviera dobles manoplas de horno en las manos. En este caso comento algo del candidato de Podemos, del que no quiero decir, que no tengo nada en contra, aunque tampoco no puedo decir lo contrario, ¿no?.

Estaba el otro día de visita, haciendo mis necesidades en el baño de mis sobrinas. En ese trance, ellas pusieron a todo volumen el debate a cuatro partes de los candidatos más conspicuos, y en medio de mis apretones, escuché de manera inevitable a Pablo Iglesias de Podemos reprocharle a Pedro Sánchez del PSOE, que Pedro era una persona sin poder, que no podía eliminar la corrupción o a los corruptos de su partido, porque le ninguneaban sus acólitos de rango inferior en el escalafón. De inmediato las heces que pugnaban por salir al exterior se metieron p’adentro, y ya no hubo forma de sacarlas hasta el día siguiente. Dijo eso, o algo parecido. Espantoso.

Podemos, que yo sepa, nació levantado una bandera: devolver el poder a la sociedad civil. Iniciaron su andadura solicitando a la gente que hiciera propuestas. Del proceso de inscripción y de las propuestas, se hicieron primarias a las que se podía presentar cualquiera. Todo muy participativo. Y al final quedaron claros los líderes de Podemos, que eran los que habían promocionado el invento. Esto no me sorprende (1).

Pero que Pablo Iglesias reproche a Pedro Sánchez su carencia de poder para acabar con los corruptos, sí que me llama la atención. Porque…, por una parte se predica la participación, que no es más que una distribución igualitaria del poder entre los miembros del colectivo (2). Pero por otro lado se reprocha a un candidato que no tenga el poder suficiente o necesario para eliminar la red de clientes del PSOE. ¿Y Pablo Iglesias sí dispone de ese poder? Porque si dispone de él, de un lado su figura impide el cumplimiento del programa que pretende devolver poder al pueblo, ya que lo acumula él. Y por otro lado, si afirma que él sí que puede, no más surjan los inevitables corruptos, él será responsable de todo lo que hagan. Porque corruptos, los habrá y los hay (3).

En este sentido, que Pablo Iglesias señale a Pedro Sánchez su impotencia para finiquitar la corrupción, muestra lo evidente: que es imposible dentro de las actuales reglas. Pero que Pablo Iglesias se arrogue esa potencia, revela una impostura, porque él con sus palabras no solo está tirando por tierra el discurso participativo. Está diciendo que él está listo para gestionar la corrupción. 

Esto es solo la reflexión, de un majadero (4): ve y vota…, si quieres. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

——————————-

(1) No puede ser de otro modo, porque en unas primarias a las que todo el mundo puede presentarse, lo que le interesa al candidato más visto es que se presente muchísimo candidato poco vistoso. Eso garantiza su triunfo, y el de sus propuestas, porque al final todos votan al visto y cada cual a su preferido.

(2) En una situación ideal en la que todos tienen el mismo grado de mando, el poder desaparece.

(3) La corrupción en España está legalizada. Un partido que accede al poder, tiene mano para distribuir fondos públicos y designar cargos a dedo. Los jefes de los partidos lo son, no por ser muy inteligentes, si no por tener dominio para repartir puestos y gratificaciones legales entre sus clientes.

(4) Siempre habrá una buena explicación para cualquier incongruencia. Seguro que escuché mal, o que no entendí lo que quería decir realmente, que es siempre y en todo momento, lo que más le convenga a cada cual. Y que conste en acta: que no cargo contra Podemos, líbreme Dios. Solo comento algo que me ha llamado la atención.