Cuando la noticia pierde actualidad

Hace unos días Rodrigo Rato estuvo visitando al Ministro del Interior, y la dirección de alasbarricadas me pidió un especial sobre el tema, que comentase el asunto, enlazándolo con el proceso soberanista catalán y la apertura de relaciones entre Cuba y EE.UU. Todo está –al parecer– relacionado. Pero, ay, se me subió un cojón al abdomen por tirar demasiado de los calzoncillos, y eso era mucho más importante que lo del Rato, Cuba y Cataluña donde va a parar. Lo llaman “testículo en ascensor”, y me han hecho un apaño en el quirófano para subir el otro y que quedasen parejos. La cosa ha perdido “actualidad”.

Vamos a ver, no lo entiendo… ¿Qué tiene de escandaloso que el Ministro del Interior haga un hueco en su apretada agenda, para recibir a un colega imputado por no sé cuantos delirios económicos? Es pura [énfasis] solidaridad. Los individuos que mandan, forman siempre una oligarquía. Al vivir en un ambiente parecido, de amistades, intrigas, contactos…, tienen similar manera de pensar y de obrar, y muchas más posibilidades. Forman un grupo corporativo en el que se apoyan unos a otros, incluso en medio de luchas encarnizadas, para la obtención de fines similares. Pueden matarse entre ellos, pero son más solidarios entre ellos, que con la peste obrera.

Ellos, no necesariamente inmensamente ricos,  aunque con caudales, han sido formados en el sistema educativo español. Por el amor de dios, ¿qué puede salir de ahí en materia de Ministro del Interior? Un sistema educativo, público o privado, de mierda, pues produce mierda. Oh, no encontraréis ahí a Gandhi, ni a Tolstoy, ni a Einstein. Las oligarquías, no quieren gente así entre ellos. Los reclutan ambiciosos, egocéntricos, con un disco duro lleno de datos y de leyes en lugar de cerebro. Los candidatos se seleccionan en fiestas, mítines, reuniones, cursillos… Por eso da igual que se hagan primarias, o que se pongan mandatos limitados. Un sistema educativo productor de mierda, hará que la mierda elija la más apestosa de las mierdas, siempre es así.

Esto no deja de ser paradójico, contradictorio. Los anarquistas creemos en la libertad y en la posibilidad de cambio personal. Pero también creemos que una persona ubicada en un puesto de renombre, de inmediato se comportará como Tsipras en Grecia: perpetuando la dominación de los dominados. O sea, que los anarquistas somos deterministas, y libertarios. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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NOTA

Si lo de Rato perdió actualidad, lo de Cuba y Cataluña ni os cuento. Otra vez será.