El estímulo negativo, como factor de enfermedad

Ayer me dio por leerme la prensa nacional, y había muchísimas cosas espantosas que comentar: el terrorismo del Estado turco contra los kurdos, el estado poblacional del planeta, el estado de carencia de agua potable… Como veis, la culpa de todo es del Estado. Y eso me hizo pensar en la religión, en dios, y en toda esa gente que se muere, y que nos mira espiritualmente desde ahí arriba, como si no tuvieran nada mejor que hacer. Y es que estando por la mañana en un funeral, alguien comentó algo de eso de “él está ahora aquí, entre nosotros”, y no gustó mi respuesta de que lo mismo estaba en el infierno, asándose, torturado por el demonio de la guarda… Por supuesto, está claro: Dios…, te ama. 

¿Qué estaba pensando?, ah sí, que la medicina natural, tan natural como la caca, tiene su miga. Al parecer, todas las enfermedades las causa un hecho negativo anterior de tu existencia… Algo negativo. Y me pregunto… ¿Y qué pasa con los sucesos positivos?, un atardecer sin mosquitos, por ejemplo, o una dosis de heroína…, ¿por qué no es suficiente algo bueno que ocurra hoy para quitarte un muermo futuro? ¿No tendría alguien que darme mucho dinero, por explicarle a gente sana, qué están sanos gracias a…? Podría abrir una consulta. Por ejemplo, el dentista (insisten en que es dentista) que ha matado al león Cecil, ha evitado un cáncer de huevo dentro de treinta años…

Es grandiosa la capacidad que tienen los humanos para fingir. Un fundamentalista judío ataca a cuchilladas la marcha del orgullo gay, otro musulmán adoctrina a un joven bomba, y el párroco de un pueblo de Extremadura ejerce la pederastia… Todos ellos, tipos bastante cercanos a dios, qué pintoresco. La vida es inviolable, el aborto un crimen y los niños son el futuro… Miro a los niños, y profetizo: que se convertirán en adultos, y más cabrones de lo que les pertenece.

Hablando de seis niños y niñas, les llevo al cine para que las atribuladas parejas de padres puedan echar un polvo vespertino…, o para ir al Ikea, mucho más importante. La película, Inside out. Dibujos animados. Se deja ver. Los recuerdos, el subconsciente, la tristeza y su importancia, y esas cosas. Final feliz para la protagonista. A la salida, al Mac Donalds. Oigan, que no lo elijo yo. Que yo solo soy el escolta. Que los padres me dan el dinero y severas instrucciones sobre la merienda/cena. Comentamos la película mientras toman el menú infantil. Les explico la función de los recuerdos, y lo importante del olvido… Y Marta, de seis años, me pregunta que qué pasó con el Amigo Invisible de la niña… ¡Muerto! –le respondo–, ¡Totalmente muerto! ¡Se acabó! Miradas de horror.

No sé si este estímulo negativo, dentro de unos años, les producirá difteria a estos bribones. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno