Operación Piñata

Está uno tranquilo, tomando la leche de soja transgénica del desayuno, cuando la radio emite el parte, y la voz alegre de una locutora grazna que han detenido a un montón de anarquistas en varias ciudades. Y de seguido, empiezan a hablar de la calor que hace, y de que el Rey ha visitado Sevilla y ha estado muy cercano viendo la Virgen. Y entonces contemplo la leche de soja con sospecha, porque es que nos tienen que meter algo en la comida, porque si no, no se entiende. 

 

A ver qué dice la prensa. Tonterías a destajo, en fin. La policía esgrime como prueba de terrorismo algunos panfletos que piden “la destrucción del sistema”. Bueno, eso tiene un pase porque en realidad los agentes no tienen en cuenta nuestras peculiaridades culturales, e ignoran que en realidad cuando los anarquistas decimos que hay que destruir el sistema, lo que estamos, es, simplemente, cagándonos en tos sus muertos. Pero hay una frase que me deja perplejo. Ponen como ejemplo de nuestra maldad otra frase: “si amas la libertad, aprende a defenderla”. 

 

Increíble. ¿No saben que esa frase es el fundamento del mundo moderno? Fue John Locke el que en el transcurso de la Revolución Inglesa de 1688 cambió el planteamiento de las relaciones gobernante/gobernado.

 

Hasta esos tiempos, el rey mandaba por designio divino y a Dios no se le puede hacer oposición. Se podía asesinar al rey, claro, pero siempre por voluntad de Dios. En cambio Locke afirma que el poder está basado en el consentimiento. Para que un gobierno sea legítimo, el pueblo tiene que aceptarlo, ha de haber una especie de contrato entre el gobernante y el gobernado. De lo contrario, el pueblo tiene derecho a levantarse, a sublevarse, a combatir al poder, cuando le resulta despótico e insoportable. La única fuente admisible del Poder, es el acuerdo, y si este no existe, es la guerra popular. Eso dijo Locke, y por ello el rey que ganó la guerra popular le puso una paga.

 

Esta doctrina la siguieron a pies juntillas los revolucionarios americanos, que emplearon tácticas terroristas en su lucha contra los británicos y sus colaboradores. Los emplumaban, los mataban y esas cosas. Así se siguió del mismo modo en la Revolución Francesa, que para qué vamos a contar lo de la guillotina. Y el siglo XIX es pródigo en citas sonoras y descargas de mosquetes: “Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía”. “Los que cambian su libertad por su seguridad no merecen libertad ni seguridad”. Frases de Jefferson y Franklin, padres fundadores de los EE.UU. que dan de qué pensar. Por favor, ¿qué tiene de malo que el que ame la libertad la defienda? 

 

Pues que son los defensores de la servidumbre, los que temen que el pueblo defienda la libertad. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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