Primarias para el Parlamento Europeo

En estas elecciones al Parlamento Europeo, hay varias candidaturas que han intentado que la elección de candidatos sea como que más democrática, planteando un proceso de primarias. Quien quiere se inscribe, explica su programa, en las asambleas se discute, y vota a la persona que prefiere de representante, de forma que al final se elige a quien más sale en la tele. Es curioso, pero siempre se elige al que está cantado que salga. Y yo eso lo considero democráticamente insuficiente, y propongo lo siguiente.

 

Lo primero, es preciso que cualquiera pueda ser candidato. Esto significa que un programa robótico elegirá de forma aleatoria a los aspirantes tomándolos del censo, al azar. Da igual que sean tontos, bajos, gordos, viejos… Una distribución casual garantizará que haya representantes de todo lo posible. Una vez elegidos los candidatos –que no podrán negarse–, en número de 25.000, se les pasará un test para comprobar a cual ideología se adscriben, y en qué coalición cuadran mejor. Se les hace a cada uno una página web, con su foto, y su currículum laboral, para que quien quiera la consulte. Incluso a alguno le vendrá bien para que lo contraten.

 

Luego llegará la campaña electoral. Para que la gente no se líe, quien quiera votar podrá hacer un test en el que de forma sencilla e irrebatible, se le diga al finalizar si uno es fascista, comunista, liberal o demócrata cristiano. Imagínate que tú piensas que eres trotskista andaluz, y en cambio sale que eres maoísta gallego. Pues ya lo sabes. Eso evitará la comedura de coco de a quién votar en la actual coyuntura. El ordenador te lo aclara y apunta tu intención de voto… Pero así –pensaréis–, no hará falta ni votar, todo lo harán las máquinas, el resultado estará cantado… Pues no.

 

Llega el día de las elecciones, y atentos, se votará por sms. “Envía SMS al 25152 con el código Elección”. A cada candidato se le asignará un código numérico, el votante envía al número de teléfono electoral su voto, y la computadora lo registra. Se permitirán tantos votos como puestos a cubrir (1 votante = 751 votos, por ejemplo), y será obligatorio votar a candidatos de otros países que no sean el propio. Es decir, que un italiano podrá votar a los candidatos de Bielorusia, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Vaticano y Rumanía, pero no a Bersulconi, si es que se presenta.

 

Luego a los nuevos eurodiputados se les daría un cursillo de eurodiputado, algún sindicato podría encargarse de eso, y ya está. Tendríamos un Parlamento Europeo de lo más diverso, muy popular, y tan cabrón como el actual. Y además, tendríais garantizado que el Acratosaurio no votaría, porque no tiene teléfono móvil.

 

Hécate, diosa de lo pequeño y lo invisible, enciende la luz, que no encuentro el interruptor. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

 

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