Nulo Radical
Ayer (hace tiempo) me afirmaba un individuo de la izquierda autoritaria, que los anarquistas en los últimos 40 años no habíamos contribuido en nada a mejorar la situación de los trabajadores del país, y me desafiaba a que le contase una sola cosa, una, que se debiera a nosotros… Pues, sin problema, le respondí.
Fue a principios de los años ochenta, cuando nos quedamos solos en la defensa de un modelo de acción sindical que buscaba dar protagonismo a cualquier trabajador dentro de una empresa. Así que los anarquistas que se empeñaron en hacer sindicalismo al margen de los comités, sufrieron la oleada represiva. Aquello fue un desastre para quienes se lo tomaron en serio: por cientos, fueron a la calle. Mientras que los miembros de comités de empresa, candidatos o delegados sindicales reconocidos, cuando eran despedidos podían reclamar ante el juez la impunidad ante el despido, cualquier trabajador que se pusiese flamenco en la empresa, careciendo de legitimidad electoral, era puesto de inmediato de patitas en la calle. Tener votos, era y es una gran protección contra el despido, y sucesivas sentencias ganadas por diferentes sindicatos electorales a principios de los ochenta lo dejaron claro.
Como los anarquistas no-electoralistas se encontraban en la anómala solución de protestar sin ser de Comités de Empresa, exploraron en solitario la vía de la reivindicación por secciones sindicalesa. En lugar de actuar con timidez y silencio, el subversivo se mostraba en la empresa como un torbellino: comunicaba al empresario por burofax que era miembro y delegado de una gran central obrera, y se estrenaba pidiendo uniformes, duchas, servicios, colocando el calendario laboral, denunciando a la Inspección de Trabajo, exigiendo medidas de Seguridad de Higiene, y dejando un rastro sindical gráfico y documentado grande, como Pulgarcito en el bosque señalando el camino con piedritas…
El empresario, espantado ante el bicho que había metido en su cueva, inmediatamente lo despedía. Y a continuación recibía la visita de los piquetes solidarios, y una demanda de despido por vulneración de los derechos fundamentales: el derecho a hacer sindicalismo al margen del comité de empresa.
A lo largo de 1980 a 1990, se fueron consolidando las readmisiones de trabajadores despedidos por realizar acción sindical, con la figura jurídica del despido nulo radical por discriminación, basándose en interpretaciones del Estatuto de los Trabajadores, la Constitución y tratados internacionales firmados por el Reino. No se trataba de un despido improcedente, en el que el empresario te echa y te indemniza, si no de un despido en el que el empresario -si consigues probar que has sido sancionado por luchar por tus derechos- está obligado a readmitirte y a tragar quina. Y tiene que hacerlo, con independencia de que seas miembro de comité, candidato o un simple empleado.
En la actualidad, hay cientos de casos ganados por este procedimiento: luchar, demostrar que tú, trabajador consciente, eres el sindicato. Es una de las pequeñas aportaciones de los anarco-sindicalistas, al desarrollo de los derechos colectivos de la clase obrera, con independencia de su género, ideología o etnia. Y recuerda: un Nulo Radical, no es lo mismo que un Radical Nulo. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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