Técnicas empresariales en Mercadona, y post data sobre becas flacas

Hace un par de semanas, apoyado en un semáforo, leía en el periódico una noticia sobre los estudiantes que iban a tener que abandonar la Universidad por el endurecimiento de los requisitos para acceder a una beca. Una señora de unos cuarenta años, pelo castaño, algunas arruguillas, vestida con el uniforme de Mercadona, vio la noticia, me miró y me dijo muy resuelta, que este mundo era injusto, que no debería existir el dinero, y que todos tendríamos que tener las mismas cosas y ser iguales. Me dejó estupefacto, y sólo acerté a decirle el "tiene usted razón señora". Se puso el peatón en verde, y desapareció andando mientras yo digería sus palabras.

 

Mortificado por la curiosidad, la he estado buscando en las tiendas de esa cadena más cercanas, de cara a que los disidentes estemos en contacto y comunión. El resultado, desgraciadamente, infructuoso. No la ubico. Es muy molesto, ya que creo conocer a cientos de personas de mi entorno, y esta afin se me escapa… Pero sí que me he dado cuenta de algunas peculiaridades de ese comercio y por qué esa mujer habló como habló.

 

Entro un lunes en un Mercadona, y me lío a dar vueltas filando discretamente a las empleadas, y llego a la pescadería. Me sorprendo y le pregunto a la chica que está allí destripando doradas de granja, que cómo es que el lunes tienen abierto el chiringuito del pescado. Y me responde muy alegre, poniéndose casi en posición de firmes, con voz alta y clara, que "Mercadona dispone de su propia flota pesquera y ofrece a sus clientes pescado fresco los lunes, capturado apenas hace unas horas". Mentalmente evoco un barco ballenero con Spencer Tracy navegando en una piscifactoría. La chica parece realmente entusiasmada, con el delantal manchado de vísceras, los guantes viscosos, el cuchillo descuartizador y el maquillaje a punto. Elogió las merluzas, que estaban allí mirándome, con la boca abierta, baratísimas. "¡Hoy están de oferta!"… Unos segundos después la pobre, al coger a una por la cabeza, le metió el dedo en la boca, se pinchó con un diente, se quitó el guante, vio el dedo sangrando, se puso un esparadrapo, se calzó de nuevo el guante, y siguió como si nada.

 

Vueltas y más vueltas por el centro comercial, tanto que el segurata se enerva y me vigila, y el mismo espectáculo en las diversas secciones. Chicos y chicas voceando la mercancía, cantando las excelencias del producto hasta la línea de caja, donde vuelven a elogiarte la barra de pan de pueblo. Y con expresiones faciales, que pareciera que es muy importante lo que están haciendo… Es alucinante. Y pasa desapercibido el horror a los clientes, porque todo el mundo lo ve normal.

 

Evidentemente, semejante actitud laboral es producto, por una parte de que a los trabajadores se les lava el cerebro en cursillos y entrevistas. Por otro, a un sistema de control mediante capataces y latigueros. Por último, refuerzo positivo: el que traga prospera, es un decir; y refuerzo negativo: el que no muestra la actitud positiva va a la puta calle con cualquier excusa.

 

Efectivamente, me repaso en la prensa las declaraciones del tal Roig, el dueño del tinglado, empresario de postín con una fortuna personal que te cagas, y el tío se permite dar consejos a los españoles, que son los siguientes: para salir de la crisis, los españoles tenemos que poner nuestros sueldos, que son altos, al nivel de nuestra productividad, que es baja. Es decir, que o somos más productivos, o nos deben de bajar los sueldos. O mejor aún, ambas cosas. Según miro en el convenio Mercadona, el salario base mensual de una vendedora de pescado con antigüedad menor a tres años, es de 865,47 euros. Si es mayor de tres años, pasa a 922,84. La jornada es de cuarenta horas semanales en cómputo anual de lunes a sábado, y los domingos que toquen. El grupo profesional de esta vendedora es el de "Gerente A". Lo cual suena a chiste. Semejante bicoca es complementada con la Prima General de Incentivos, que es la que hace que estos gerentes sonrían tanto. Nunca tener un Gerente, salió tan barato. El tal Roig, con sus 4.700 millones, ¿qué productividad tiene, y cómo debería adecuar su peculio a la misma?

 

Me sigo leyendo los consejos del tal Roig en la prensa, y pone su colmado de modelo a seguir, en número de trabajadores, buenas condiciones, etc. Y plantea el tío que está admirado por el tema de los bazares chinos, que esas empresas jerarquizadas familiares sí que trabajan bien, y que van a imitar muchas de sus técnicas de organización del trabajo. Es decir, que como solución a los problemas del Reino, el tipo propone básicamente, que nos volvamos chinos, que estemos contentos como pascuas para amasarle montañas de dinero y llenarle los bolsillos, mientras nos cuenta que la empresa somos todos, aunque sea de él. 

 

Pero lo que más me ha llamado poderosamente la atención, son las valoraciones periódicas que hacen los coordinadores de los trabajadores, que muestran lo que se espera de ellos. No quieren que hagan un trabajo con competencia y eficacia. No. Quieren que se respete la jerarquía, que cuando llegue un jefe dejen lo que tengan entre manos, que sonrían con afecto, que les ayuden en lo que se les pida, que el comportamiento sea siempre positivo para que repercuta positivamente en el entorno, ir todos a una, no ser egoístas, conocer los procedimientos del puesto, aceptar la responsabilidad por los posibles fallos, no trasladar la responsabilidad a la dirección, resolver problemas, ponerlos en conocimiento del coordinador, dar ejemplo, no ausentarse mentalmente del puesto, no fantasear, garantizar el PT más EFA de 10, el Método Dinero y sabe Satán qué más. Joder, más que firmar un contrato de trabajo, parece que entra uno en una secta destructiva que procura tu conversión en un chivato lameculos. Resiste obrero.

 

O sea, que en manos de los empresarios de Grandes Superficies, esos tipos que aseguran que un poco de puré de garbanzos metido en un blíster vale un euro y pico, van a transformar el país en un infierno laboral extremo, mezcla de bazar familiar asiático, secta mormona y Presidio Industrial que negocie el Convenio cada tres años con el Comité Intercentros. Todo ello, para que España vaya bien, y los dividendos del Roig, el tipo de los 4.700 millones de fortuna, mejor.

 

En fin, toda esta larga y aburrida digresión, porque una trabajadora de Mercadona, que debe de estar pasando un quinario, me comentó de pasada en un semáforo, que debería de desaparecer el dinero, las desigualdades y el vil "mande usted". Que tomen nota los poderosos, que somos más de los que parecemos…, y que aunque nos obliguen a sonreír, por lo bajini nos cagamos en sus muertos.

 

 

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Post Data.

 

Ya puesto, y como he sobrepasado con creces el límite de lo que me tengo propuesto escribir, añado algo en torno al tema de becas, que fue el que trajo a Mercadona a la palestra: El Ministerio de Educación endurece las condiciones mediante las cuales los estudiantes españoles pueden acceder a una beca. Por lo visto les exigen un 6,5 de nota, o tienen que pagar la matrícula. ¿Qué me parece la medida?

 

Pues, evidentemente, es una medida dirigida contra los pobres. Los rectores de Universidad calculan -dicen- que el año que viene 100.000 estudiantes tendrán que dejar sus estudios universitarios por no poder pagar las tasas y gastos al perder la beca, aunque tengan aprobado todo. Mientras que un estudiante que puede darse el lujo, puede sacar un cinquillo o suspender y repetir porque tiene pasta para ello. 

 

En consecuencia: se expulsará a buenos estudiantes por ser pobres subiéndoles el listón de las exigencias, mientras que el que tenga pasta podrá estudiar lo que quiera, cuantos años quiera. Es algo tan horrendo, que no hay que decir más.

 

Becas flacas traen vacas gordas al gremio de burros de diploma. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

 
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