De la primavera árabe al verano egipcio

Oficialmente más de quinientos muertos, propiciados por un golpe de Estado militar que derribó a un presidente salido de unas elecciones democráticas. Las fotografías de la prensa muestran el resultado de un campo de batalla por el que ha pasado un regimiento de acorazados. La morgue, repleta. Los partidarios de la guerra, deben de estar satisfechos.

La estrategia del Ejército, pues está bien clara viendo las imágenes: liquidar a cuantos más opositores mejor, y mandar a la gente a sus casas. Ya sea muertos, ya sea con un brazo menos, en cualquier caso callados y preparando unas elecciones en las que se vote un gobierno adecuado. A ver si la gente entiende de una vez a quién hay que elegir.

La radio ayer repetía que lo sensato es buscar un acuerdo. Cielos, con quinientos, con mil, con dos mil muertos en la mesa, ¿y aconsejan diálogo y acuerdo? Occidente lanza terribles amenazas: no harán maniobras conjuntas con el ejército egipcio. Los diplomáticos deben de haberse vuelto locos, qué comen, qué les pasa.

¿Que con quién estoy? Si miro a las víctimas veo a electricistas, fontaneros, empleados, metalúrgicos, artesanos, dependientes de comercio, parados, niños. Pues estoy con ellos, sin dudas ni peros. Solo faltaría que a estas alturas de la vida, andase de la mano de militares y golpistas. ¿Que mis análisis son muy simples? Pues sí, es que yo soy un simplón.

Un tanque Abrams tiene como comandante a la Ilustración Europea. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.