Sospechas razonables ante la alta participación electoral en las elecciones catalanas

Todos los candidatos se congratulan con la gran participación en las elecciones catalanas. Altísima. Todos llamando a los ciudadanos a participar, a votar en unos comicios históricos en los que no se sabe muy bien qué es lo que se vota, porque todo es interpretable, pero que son muy importantes. Esto decían: Herrera pide participación: "Hay en juego muchas cosas". Rivera pide una participación masiva para unos comicios "excepcionales". Camacho anima a "participación masiva" porque está en juego "la convivencia". Navarro espera una "gran participación" en una jornada clave para Catalunya. Junqueras desea que la participación en las urnas sea lo más alta posible. Mas ha apelado a la ciudadanía a dar "un mensaje potente al mundo, de espíritu constructivo". A las 18 horas tocaban los clarines del recuento: “¡la participación aumenta un 8%!”. Lo cual quiere decir que a las 18 horas, a dos del cierre, había votado el 56% del censo. Y que cuando acabe el contaje, andará la participación por debajo del 70%. Oh, sí, qué gran resultado, histórico, que se resume en:

Votantes, tras haberos llamado los cazadores de cargos a las urnas, habéis acudido en masa, a legitimar a los ricos y a sus políticas de ajustes. Ya podréis hacer manifestaciones por millones, que saldrá el gobernante diciendo que a ellos les han votado más gente aún, en comicios limpios de toda turbidez.  Democráticamente, la minoría tendrá que hacer la cabra en el Parlamento. Y, ay, esos pequeños experimentos de política alternativa, escaños en blanco, partidos piratas, animalistas varios… Qué poco se han escuchado este golpe esas emanaciones de quincemes.

Frente a esa masa de votantes, que están designando un Gobierno y que han hecho caso a la llamada de todos los candidatos, demostrando que la política fuerte, la de verdad, está en el Parlamento, están los descreídos, los que no sienten ni momentos históricos, ni llamadas telúricas, ni ganas de hacer la planilla de enchufados. Los que saben que echando ese triste papelito en una urna, están perdiendo un tiempo precioso que podría dedicar a encontrarse al ser amado, o escapar del odiado. Porque cuando tanto candidato está de acuerdo en pedirte que les votes, oye, ¿no lo has pensado? Es muy sospechoso. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.