Lágrimas de cocodrilo

Ustedes imagínense que están en la llanura de Balaclava, con el regimiento formado ante infinitos enemigos, y se llega el general hasta ustedes, y les pide valor y sacrificio, y a continuación se pone a sollozar. ¿Qué dirían ustedes en el trance? Pues evidentemente que, «¡Ay madre!, ¡de esta no salgo! Llegó mi hora.». Que el jefe pierda los nervios ante la tropa es de pésimo efecto, porque muestra no solo que es un pusilánime con más miedo que vergüenza, sino que la orden es dura, suicida e inútil. La ministra esa, Elsa Fornero, la que se ha echado a llorar (1)... ¿Acaso pretendía engañarnos? Muy sospechoso.

Cuando un médico toma medidas drásticas para salvar la vida a un paciente, no llora. Imagínese el cuadro: usted, sí usted, acostado en la mesa de quirófano, antes de que el anestesista le duerma, contempla al equipo de enfermeras y galenos soltando lagrimones… Es preocupante. Porque uno puede perder un miembro, un ojo, media oreja y un cojón en el combate y, sin embargo, estar contento si con ello salva el pellejo. Por ejemplo, a mí me cortaron una vez el rabo y me volvió a crecer, no pasa nada. ¿Qué importa que te radien, se te caiga el pelo y te amputen la mama, si te libras del sarcófago? A lo hecho pecho, y en la lucha por la vida hay que perder para ganar.

Pero esa ministra, elogiada por la prensa como introductora de un factor humano emotivo, tiene guasa la cosa, al llorar mientras relataba que incrementaba el IVA al 23%, que para cobrar la pensión habría que cotizar 41 o 42 años (¿cómo con un ejército de parados?), que subía los impuestos y que recortaba las transferencias a las autonomías por miles de millones, que mujeres y hombres retrasarían la jubilación hasta más allá de los sesenta y seis años... Esa ministra, ¡de Bienestar! ¡JA!, llorosa, mientras daba miseria al jubilado, al obrero y al desempleado, ¿que nos decía con su llanto? Que todo ese sacrificio es para que el cocodrilo de dientes afilados tenga su cena a punto. Ante una hemorragia, lo primero que hay que hacer es cortarla. No sirve de nada hacer transfusiones al paciente, si por la herida abierta usted sigue perdiendo. Darle más dinero a los bancos, a los empresarios y a los ricos, lo único que hace es dejar que nuestra sangre fluya al suelo como un torrente. Expropiar a esa banda de cabrones y ponerlos en su sitio, es lo que procede.

Confiar en que el cocodrilo tendrá piedad porque llora, es de locos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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(1) Una ministra italiana llora al anunciar un retraso en la edad de jubilación. http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2011/12/111204_ultnot_italia_llora_ministra_recortes_fp.shtml Acrato en feisbu.