Asesinos en serie y cargos electos

Hace unos meses un preso falleció de Huelga de Hambre en la cárcel española. Se llamaba Tohuami Hamdaoui. En este caso no se trató de una de las causas habituales con las que la población reclusa es finiquitada[1]. Esta vez el preso puso sobre el tapete una reivindicación: que se revisase su caso. Condenado a 16 años de prisión por violación, las evidencias consideradas se establecieron a través de la declaración de testigos cinco años después, que dijeron que fue él... En este caso que la prueba de ADN no coincidiera con la del preso, fue considerado por el tribunal «irrelevante»[2]. Comparado con el preso cubano Orlando Zapata, también fallecido por huelga de hambre, el caso de Hamdaoui fue irrelevante.

Esta prueba, sí que es relevante: ¿Qué clase de sociedad es la que para su defensa precisa de un aparato represivo que en la actualidad mantiene a más de 70.000 presos en prisiones masificadas?[3]. Pues es una sociedad de clases, en la que los que mandan mantienen una guerra diabólica contra los que obedecen. España es uno de los países con tasas más bajas de criminalidad de Europa. Sin embargo, tanto los medios de comunicación como el Gobierno, procuran trasmitir histeria a la población, para que los propios ciudadanos pidan penas terribles contra ellos mismos. Y mientras, los peores criminales están mandando en puestos de Gobierno. Los enfermos más grandes desde los tiempos de Jack, gozan de respeto y consideración. Es muy interesante, y voy a poner un ejemplo muy, muy sugestivo, para que nadie piense que exagero.

James Richard Perry, apodado Ryck Perry, fue elegido Gobernador de Texas en el año 2000. Desde su nombramiento ha firmado más de doscientas condenas de muerte, algunos de ellos menores, otros inocentes a posteriori. El tío dice que está tan tranquilo y que duerme a pierna suelta.[4] Ningún siquiatra o sicólogo se atrevería a denunciar a este gobernante[5] como uno de los asesinos en serie más peligrosos del orbe. Pero reúne todas las condiciones para serlo: lleva a cabo asesinatos sucesivos. Son planificados y organizados durante años, dejando lapsos de inactividad criminal entre ellos. Aparenta cordura entre asesinato y asesinato. Considera que sus asesinatos son justos por eliminar personas indeseables. Tiene delirios en los que habla con personajes imaginarios super-poderosos (ferviente cristiano). Tiene afán de lucro (la nómina), hedonismo (el poder y el control de la vida de los demás)… Pero lo más curioso de todo, es que mucha gente aplaude a este tipo de asesino y le premia con mejores cargos. El antecesor de Perry fue Georges Bush, que llegó a asesinar a 152 personas en seis años de mandato como gobernador de Texas… Pues le nombraron presidente, y desde ahí pudo satisfacer sus torvos instintos organizando una guerra mundial que ha causado cientos de miles de víctimas. En definitiva, un tipo de serial killer, bien educado, metódico, frío y calculador, mefistofélico, en lugar de ponerse a secuestrar mujeres y a hacerlas cachitos, escala en el aparato del Estado, y desde allí, tranquilamente va firmando sentencias de muerte que numerosos colaboradores llevan a cabo, y el público aplaude. Ningún CSI, ninguna Bones actúa contra ellos. No solo eso, sino que parece que el llevar a cabo gran número de asesinatos, da puntos para encumbrarse en el cargo.

Aquí, en el Reino, las cosas son como menos elaboradas. La letalidad es debida al aparato carcelario, el asesino mata lentamente, pero el crimen es tan brutal como en la patria de los libres, porque aquí también ellos (diputados, gobernantes, jueces…) matan con una simple firma. Ellos desahucian, recortan, detienen, reprimen, encarcelan y matan…, ¿Les darás a ellos tu firma el próximo 20-N?[6] Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

NOTAS