La máquina de los clones

Recibo una misiva llena de exclamaciones y letras mayúsculas. La envía un viejo anarquista, un hombre pancarta, un tipo fiel a la Idea hasta la muerte, de los que el día de la revolución se pondrán ante la metralla sintiéndose invulnerables. Mientras el Gran Día llega, gritan consignas. Las consignas son breves, restallantes y no invitan a la reflexión meditativa. Pero lo peor de todo es que están llenas de sentido común, de evidencia empírica, de propaganda. Nada tengo en contra de la propaganda cuando está bien hecha. Pero en este caso la propaganda está hecha en “La máquina de los clones”.

Es una empresa secreta de fotocopiadoras. Allí, un joven blanco y rubio, orejas puntiagudas, casco y delantal de plomo y cola de burro, proyecta frases vacías del tipo “¡defendamos nuestras ideas!”, “¡abajo los revisionistas!”, “¡nosotros contra el mundo!”, “¡el mal campa por doquier menos en nuestra casa!”. Luego distribuye los panfletos, exactamente los mismos, por las diversas ideologías: marxistas, fascistas, nacionalistas, liberales, incluso obtusos anarquistas y clérigos musulmanes se nutren de ella. Ah, no hay que olvidar el libro que edita. Se llama “loqueseabásico”. ¿Tienes una duda? Pues vas a ese libro, y abras por donde abras encontrarás la respuesta. Posee instrucciones precisas que vulgarizan la ideología, la mastican y la hacen digerible para los marmolillos como tú. Cuando el esforzado galeote termina de leerlo, siente como si se le hubiese encendido una bombilla de bajo consumo en la oquedad de su cráneo. Si chillas, escucharás eco. Muy sospechoso. Conste que el Acratosaurio no está en contra del libro, sino de su uso hueco y no trinitario.

Es la máquina de los clones camaradas, una máquina terrible destinada a crear cabezas exactamente iguales, capaces de decir una cosa y la contraria a la vez. Pueden odiar el nacionalismo, y a la vez defender a la patria. Pueden negar el poder y fundar una tiranía. Pueden enaltecer el amor y el compañerismo, y sembrar un odio que te cagas. Pueden hablar a todas horas de paz, y hacer la guerra. Es una ofensiva en toda regla de los poderosos contra la inteligencia de los dominados, y se basa en repetir una y otra vez frases carentes de sentido del tipo “el sol ha salido”, “los murciélagos son aves porque vuelan”, “las ballenas son peces porque nadan”, “los objetos más pesados caen antes al suelo que los menos pesados”.

Todos hemos salido en algún momento de la máquina de los clones, pero podemos desembarazarnos de su programa. ¿Cómo? Es muy fácil. Cada vez que tengas ganas de hablar en letras mayúsculas, cállate. Cada vez que sientas que tienes una respuesta, di: "esto es muy sospechoso". Luego, haz lo que quieras.

Camaradas, no más clones unitarios: por las tendencias secesionistas, lo que es de todos es de uno, lo que es de uno es de nadie, lo que es de nadie es de todos.

 

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