Cárceles y enfermeras

Como voy a estar unos días fuera de la Casa de Acogida, no podré responder consultas hasta que vuelva a tener Internet. De momento voy con este tema.

María Linares, una enfermera en paro, me comenta que su novio es otro alegre enfermero en paro… Me dice que el tío se va a presentar a las oposiciones de enfermera de prisiones porque hay que trabajar poco, el curro es para toda la vida y está bien pagado. ¿Qué yo cómo lo veo?

María, en general, la persona que se presenta para trabajar de funcionario de prisiones, es que no sirve para otro empleo mejor. No sirve para producir alimentos, no sirve para ser vagabundo, no sirve para cuidar niños, es un enorme montón de mierda. Evidentemente, hay de todo, hay buenas personas que pueden ubicarse en esos destinos perros creyéndose que hacen algo positivo por la sociedad o por los presos, y a lo mejor lo hacen. Pero la cárcel está llena de gente mala y peligrosa (los funcionarios). Esas buenas personas que aprueban la oposición, se ven abocadas desde que pisan ese terreno, a la complicidad, a mirar para otro lado, y ahí se acaba la bondad.

Fíjate —además— en la frase tremenda “curro para toda la vida”. Esa cadena perpetua laboral, ¿la quieres pasar junto a un tipo que va a tirar a sabiendas un tercio de su existencia tras una alambrada? Ya sé qué me vas a decir: que tu novio es un enfermero, y que se dedicará a dar la metadona y a contar chistes a los presos enfermos. Es cierto, pero otro aspecto siniestro de la cárcel, es que es un monstruo con vida. La institución, de manera insidiosa, progresiva e implacable, chupará la conciencia de tu novio y transformará a ese joven inocente en un bicharraco. Va a ser muy difícil que eluda ese destino aciago que lo va a marcar. Ya puedo oler la carne quemada.

María Linares, si a pesar de mi opinión, asumís el camino del “curro para toda la vida”, intentad no creeros mejores que las personas que custodiáis. Pero estoy seguro de que vosotros dos servís para algo más útil que para que os vampirice la cárcel. Por eso te insto: ¡coge de la mano a ese novio tuyo, y llévatelo a cualquier país que necesite enfermeras diplomadas!, ¡aparta el hierro candente de su mejilla!, ¡dale mucho amor!…, y si insiste…, ¡dale un buen golpe tras la oreja para que se le reinicie el sistema!

Por la libertad trinitaria más allá de todo premio y castigo: lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.