Tribulación vegana
Camaradas, la primera pregunta me llega desde Asturias donde Tránsito Pérez, una joven compañera vegana, me dice que está metida en colectivos que no levantan cabeza por las peleas sobre lo que se debe y no se debe comer. ¿Cuál es la causa de estas disputas? Compañera, tienes que saber cuando te organizas, divides el mundo en dos grupos: el de quienes están en tu organización (seis o siete personas), y el de quienes no están en tu organización (miles de millones). Eso hace que haya dos tipos de problemas: los que suceden dentro, y los que suceden fuera.
Los problemas de fuera suelen ser problemas complicados, costosos…: expropiaciones, despidos, persecuciones, miseria, policías corruptos, religiosos con túnicas moradas... Para ser solucionados requieren de mucha energía, planificación, coordinación e inteligencia. Puede ser peligroso.
Los problemas de dentro se suelen reducir a que alguien ha hecho algo que no debe, o ha dejado de hacer algo que debía haber hecho, o a que alguien es traidor más allá de lo imaginable. Ello hace que esos problemas sean elegidos como de más fácil acometida, porque no son peligrosos, es decir, no ponen en peligro ni la estabilidad de tu cuenta corriente, ni te llevarán al hospital de una paliza de los antidisturbios.
Por ejemplo, entre meterle mano a un despido, o tirarse tres horas en la discusión sobre el reformismo implícito en la palabra "verbena", se elegirá siempre la segunda opción. Aunque se sufra mucho y los bostezos desencajen mandíbulas. Por eso en las organizaciones suelen aparecer personas incansables en la creación de ese tipo de problemas: por una parte eliminan a los que querían hacer algo en otros terrenos más externos a la organización; por otra parte atraen a gente conflictiva como ellos. Con lo que al final las organizaciones se convierten en verdaderas ollas de traidores. Todo el mundo sufre de forma masoquista, pero sin ningún peligro.
¿Qué puedes ¡Oh Tránsito! hacer para acabar con esa penosa situación? Lo primero es localizar a los traidores y alejarse de ellos; lo segundo es intervenir en problemas reales, bien porque te metas en los que hay, que son muchos, bien porque los crees tú misma. ¿Tú qué me dices que eras? ¿a ver... Vegana. Pues bien: libera gallinas, túmbate delante de los camiones de los cerdos, invade la pista del circo cuando estén allí los elefantes... Con ello eliminarás los problemas internos de tu colectivo y seguramente terminarás en un calabozo, ante un juez, con un buen golpe en la cabeza y con miles de críticas de diversos traidores que diseccionarán minuciosamente tus actos para demostrar que ellos están en lo cierto y tú no. Ni caso. Tú a lo tuyo. Porque es quien hace quien se equivoca. Quien no hace nada, nunca se equivoca.
Larga vida a los principios trinitarios del anarquismo basados en el materialismo circular: Lo que es de todos, es de uno; lo que es de uno es de nadie; lo que es de nadie, es de todos.
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